Os dejo tres textos que deberéis analizar esta semana y entregármelos el viernes o lunes, según el día que tengáis que venir a clase.
1) Un día dijo el conde a Patronio que tenía muchas ganas de quedarse en un sitio en el que le habían de dar mucho dinero, lo que le suponía un beneficio grande, pero que tenía mucho miedo de que si se quedaba, su vida correría peligro: por lo que le rogaba que le aconsejara qué debía hacer. -Señor conde -respondió Patronio-, para que hagáis lo que creo que os conviene más, me gustaría que supierais lo que sucedió a un hombre que llevaba encima grandes riquezas y cruzaba un río.
2) Confieso que para mí la escritura es difícil y no solo porque es complicado contar con precisión lo que uno desea, sino porque escribir tal y como yo lo entiendo es arriesgarse, a confesar algo de lo que uno no está muy satisfecho, algo vergonzoso, las ligeras contradicciones que a diario te enfrentan con el mundo, y, en alguna ocasión, puede que uno se permita también el lujo de compartir esos fogonazos de felicidad que a veces regala la vida.
3) Cuando el periódico El País me pidió que escribiera un artículo diario para el mes de agosto confió – imagino que confió- en que yo escogería un tono humorístico para mi columna. Me pidieron que les diera una idea general de lo que pensaba hacer y yo contesté vagamente, encubriendo mi propia ignorancia sobre aquello que iba a escribir, porque está claro que si uno se va a Nueva York, escribe sobre Nueva York, pero si uno se queda en una casa de campo de un pueblo aburrido que a la hora de la siesta parece un pueblo del Oeste: ¿sobre qué escribe?
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